Asunto de familia: Hermanas reciben juntas la vacuna contra COVID-19

Tres enfermeras en primera línea del NewYork-Presbyterian Lawrence Hospital comparten un momento de alegría cuando reciben su segunda dosis.

Las hermanas Scott (Claudia, Christine y Althea) son enfermeras y siguen los pasos de su madre de 82 años, Violet, quien fue enfermera durante más de 40 años, y de su hermana mayor, Maxine. Más allá de elegir la misma carrera, estas hermanas tan unidas siempre han hecho todo juntas. “Mi madre siempre nos decía: ‘si no tienen a nadie más, se tendrán la una a la otra, así que deben permanecer unidas pase lo que pase’”, cuenta Althea Scott-Bonaparte, la más joven de las hermanas y directora de atención al paciente del NewYork-Presbyterian Lawrence Hospital.

Después de 10 meses de estar separadas, luchando contra la pandemia de la COVID-19 desde sus unidades individuales, las tres hermanas que trabajan en el NewYork-Presbyterian Lawrence Hospital aprovecharon la oportunidad para compartir un gran momento juntas: recibir la vacuna contra COVID-19. El 18 de diciembre, Claudia, Christine y Althea recibieron juntas su primera dosis y el 8 de enero regresaron para su segunda inyección. Fue un momento de alegría entre las hermanas. “Dado que hacemos todo juntas, es lógico que debamos recibir esta vacuna del mismo modo”, afirma Claudia, directora de atención al paciente. “Se siente como la luz del sol que se filtra a través de una nube”, cuenta Althea con respecto a las inyecciones.

“Confiemos en la ciencia”

Las hermanas Scott, que se mudaron a Nueva York desde Jamaica con sus padres en 1981, han sido enfermeras durante décadas. Sin embargo, con la llegada de COVID-19, debieron enfrentar desafíos que nunca podrían haber imaginado. Además de atender una afluencia de pacientes enfermos, también tenían que apoyar a sus colegas y mantener el ánimo durante los momentos de crisis.

Después de superar la primera ola en la primavera, no dudaron cuando la vacuna estuvo disponible. “No quiero que esto se repita en 2021”, admite Claudia. “Quiero que podamos decir que hemos derrotado a COVID. No es imposible, pero para que suceda, tenemos que confiar en lo que está ahí para ayudarnos. Así que mis hermanas y yo hicimos esto, no solo la una por la otra, sino también para ser un ejemplo… Confiemos en la ciencia; confiemos en la evidencia”.

Las hermanas comprenden el escepticismo que existe con respecto a una nueva vacuna, por lo que se toman el tiempo para hablar con sus amigos, pacientes y colegas que tienen preguntas sobre las vacunas y cómo se sintió recibir la inyección. También quieren ser modelos en sus comunidades, especialmente al alentar a las personas de color, que se han visto afectadas de manera desproporcionada por COVID-19, a recibir la vacuna.

“Como mujer afroamericana, he visto devastación en nuestra comunidad y quiero que la gente sepa que es seguro vacunarse”, cuenta Christine, enfermera de cuidados intensivos. “Espero que al hacer esto, pueda ser un ejemplo para mis hijos, mis amigos y nuestra comunidad, y que sirva para que sepan que esto es seguro y es algo que todos debemos hacer”.

Hacerlo por mamá

Las hermanas tenían planes de ver a Violet en Jamaica en marzo pasado, pero cancelaron su viaje familiar debido a la pandemia. Por lo general, Violet solía vivir con Claudia durante una parte del año, pero las hermanas temían exponerla al virus, por lo que se refugió en Jamaica, lejos de familiares y amigos cercanos. Las hermanas no han visto a su madre en más de un año.

Una de las primeras cosas que hicieron las tres hermanas después de recibir su segunda dosis fue llamar a Violet para compartir la feliz noticia. La matriarca de la familia Scott no solo sirvió de inspiración para que sus hijas se convirtieran en enfermeras, sino que también fue la mayor animadora de la vacuna. “Cuando se enteró de que se lanzaría la vacuna, se emocionó mucho”, afirma Althea. “Ella nos decía, ‘chicas, por favor asegúrense de recibirla. Asegúrense de ser de las primeras en la fila’, y eso es lo que hicimos”.

Dado que las vacunas marcan un paso importante para proteger a las hermanas y ayudar a controlar la pandemia, finalmente se sintieron listas para hacer planes para volver a ver a su madre y vacunarla también. “Le dijimos: ‘está bien, mamá, recibimos la segunda dosis y estamos planeando traerte a casa’, y ella lloró”, cuenta Althea.

Debido a que muchos de sus familiares son trabajadores de primera línea (la hija de Maxine, Richelle Powell, también es enfermera en NewYork-Presbyterian Lawrence; el hijo de Althea, Nicholas, es enfermero pediátrico), saben que todavía hay trabajo por hacer. Sin embargo, por primera vez empiezan a ver una luz al final del túnel.

“Sin duda, todavía tengo la intención de usar mi mascarilla y mis gafas protectoras, y de seguir cuidándome”, afirma Althea. “Pero la vacuna me dio este sentimiento de esperanza. Uno no puede seguir caminando en la oscuridad. Es necesario buscar esa luz. Y esta es la luz para nosotras”.

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